Conversación con Manuel Suárez Cortina «Política y religión 1808-1936»

Mañana jueves 14 de febrero a las 15:00 horas tendrá lugar una nueva emisión de Hablemos de Historia en la que conversaremos con Manuel Suárez Cortina de la Universidad de Cantabria sobre su libro ‘Entre cirios y garrotes. Política y religión en la España contemporánea, 1808-1936’. http://hablemosdehistoria.uji.es

SUÀREZ CORTINA, Manuel. Entre cirios y garrotes. Política y religión en la España contemporánea, 1808-1936. Publicaciones Universidad de Cantabria, 2014. ISBN: 978-84-8102-719-8. Formato: PDF. DOI: https://doi.org/10.22429/Euc2014.007

ciriosygarrotesSinopsi: Entre cirios y garrotes no tiene la pretensión de ser una historia de la religiosidad católica, o de la Iglesia española. Es un acercamiento a un conjunto de ámbitos temáticos –constitucionalismo, identidad nacional, catolicismo, laicismos republicanos, heterodoxias y religiosidades alternativas…– a través de los cuales se puede conocer el papel de la religión en la vida política española y los distintos y antagónicos modos de concebir esa relación desde la guerra de la independencia hasta la guerra civil de 1936. La época contemporánea conoció un fuerte enfrentamiento entre laicistas y confesionales que expresaba el protagonismo de la Iglesia para caracterizar España como nación y las modalidades de su relación con la sociedad y el Estado. El libro muestra la dificultad de lograr en España la libertad religiosa y los conflictos permanentes entre confesionales y secularizadores en torno al lugar que corresponde a la religión y la Iglesia en la sociedad, cultura y política nacional

El Foro de Debate Hablemos de Historia es una iniciativa del Grupo de Investigación Desarrollo Social y Paz integrado en parte en el Departamento de Historia, Geografía y Arte y en el Instituto Interuniversitario de Desarrollo Social y Paz de la Universitat Jaume I. Cuenta con la colaboración de El Colegio de España y la Casa de Velázquez.

El programa puede seguirse por Internet a través de VOX-UJI Radio en la siguiente dirección web: http://www.radio.uji.es/

La web del programa dispone de toda la información y pueden descargarse en formato Pod-cast los programas emitidos hasta este momento. http://hablemosdehistoria.uji.es

La eterna división republicana y las primeras estrategias para superarla

    A cualquiera que haya leído un poco sobre la Segunda República Española le sonará el nombre de la “coalición republicano-socialista”. La denominación, en realidad, se había usado mucho antes, en 1909, para referirse a lo que la historiografía suele llamar con más frecuencia la “Conjunción Republicano-Socialista”. Pero, más allá de las palabras, lo cierto es que eran muy antiguos los intentos de mancomunar las variadas “familias” en que se dividía el republicanismo histórico (a veces, como en este caso, asociándolas con fuerzas de otras culturas políticas, aunque este es otro tema).

    El origen de estas uniones hay que buscarlo, lógicamente, en el momento en que se hizo patente esa división. Pero la verdad es que el republicanismo español nació fraccionado, porque las controversias doctrinales siempre existieron. Hasta tal punto, que hace unos años los especialistas empezaron a cuestionarse la existencia de una sola cultura política republicana (Ángel Duarte, Pere Gabriel…). Y hay quienes llegaron a distinguir hasta tres culturas, como Román Miguel González. La cuestión ha suscitado vivos debates en el mundo académico, pero lo que está claro, lo que hoy nadie discute y lo que nos interesa subrayar aquí es que el republicanismo español presentó siempre tal diversidad interna que no puede ser concebido como un universo homogéneo.

    Ahora bien, hubo un tiempo en que esa heterogeneidad convivió políticamente en el seno de una misma agrupación: primero, en el Partido Demócrata, creado en 1849; y después, en el Partido Republicano Federal, fundado en 1868 por una parte sustancial de quienes habían dado vida al anterior. Está claro que en aquellos tiempos, a pesar de esas diferencias internas, no se pensaba en la necesidad de una unión republicana porque, sencillamente, no había partidos que unir (dejemos a un lado el Partido Republicano Unitario, de implantación marginal).

   Así que tenemos que irnos al momento inmediatamente posterior a la Primera República, cuando la división se hizo ya tan patente e insostenible que las diferentes facciones se lanzaron a organizar sus propias agrupaciones políticas, se afanaron en movilizar a sus bases y, cuando la ley lo autorizó, crearon periódicos en todos los sitios que pudieron para defender sus ideas de forma separada. Había llegado el momento, como se decía en la época, de “deslindar los campos”.

    Esto ocurrió muy singularmente entre 1875 y 1880, cuando se produjo la restauración de la monarquía en la persona de Alfonso XII. Al poco, se prohibieron las organizaciones, sociedades y periódicos expresamente republicanos. Y fueron aquellas circunstancias adversas las que propiciaron el surgimiento de una corriente de opinión a favor del entendimiento, de la inteligencia republicana, de mancomunar esfuerzos: es lo que se llamó la Unión Democrática.

    En un sector importante de quienes profesaban ideas republicanas, prendió la idea de que la división había resultado fatal en 1873. Otra cosa era el reparto de culpas, ya que cada uno daba su versión, pero muchos republicanos coincidían en que la discordia y los enfrentamientos habían pasado factura. Una elocuente caricatura publicada en El Motín pocos años después plasmó de manera soberbia esta convicción. El dibujo presenta a los tres principales dirigentes del 73 (de izquierda a derecha, Salmerón, Castelar, Pi y Margall) en plena trifulca, a palo limpio, mientras Pavía patea en el trasero a una alegoría de la República y la expulsa de la escena. La caricatura, además, se acompañó de un poema que contiene pasajes muy elocuentes sobre los males de las envidias y del “fulanismo”, o sea, de anteponer los nombres de los líderes a las ideas o los proyectos para justificar facciones o disidencias (“[…] a la greña andaban / por quitarse el puesto, / apelando a chismes, / ardides y enredos” […]).

divisiones

Fuente: El Motín, Madrid, 20 de abril de 1890 (Biblioteca Nacional de España)

    La Unión Democrática fue la primera Unión Republicana de la historia de España. No se podía llamar así porque la ley proscribió el término “República” y su familia léxica hasta que Sagasta llegó al poder en 1881. Se trataba, pues, de un eufemismo. Pero sirvió para estimular la reorganización de las filas republicanas y también sus periódicos, aunque muy condicionados por la legislación vigente. Algunos títulos, como el diario La Unión, dirigido por Antonio Sánchez Pérez, desempeñaron un papel central en aquellas campañas.

    Sin embargo, no tardaron en llegar las polémicas. Incluso entre quienes se mostraban a favor de la Unión Democrática, se produjo una división en torno a la fórmula que había que adoptar: ¿debía tratarse de una coalición de los diferentes partidos sobre un programa común o de una nueva agrupación en la que se refundieran (desapareciendo) las preexistentes? Huelga decir que constituía un debate muy repetido en la historia política de nuestro país en diferentes épocas, incluida la actual.

   ¿Qué balance puede hacerse de esa estrategia que se dio en llamar Unión Democrática? En realidad, nunca llegó a cuajar como proyecto de ámbito estatal, debido precisamente a ese choque de interpretaciones sobre lo que debía ser la “Unión”; pero sí se convirtió en una herramienta útil a escala municipal, donde cada núcleo republicano optó por una u otra fórmula según las preferencias y circunstancias locales. Basta con recordar el caso de Oviedo, donde no por casualidad parece haber surgido la idea de la Unión Democrática o, al menos, su aplicación exitosa más temprana. En el Ayuntamiento de la capital asturiana, la Vetusta de Clarín, hubo mayoría de concejales republicanos durante muchos años, a pesar de sus poderosos adversarios y del influjo del caciquismo. En las elecciones de 1879, por ejemplo, las candidaturas de la Unión Democrática arrasaron al lograr las 14 concejalías en juego.

    Sea como fuere, en la Unión Democrática hay que buscar el precedente de la coalición republicana de 1886, de la Unión Republicana de 1893, de la Fusión Republicana de 1897, de la Unión Republicana de 1903 y, en definitiva, de las sucesivas tentativas de alianza republicana que surgieron en adelante con diferentes nombres.

Sergio Sánchez Collantes

 

 

Francesc Pi i Margall presidente

Hace 145 años Pi i Margall fue nombrado presidente de la I República española (11/06/1873 – 18/07/1873). Seria el segundo presidente durante treinta y ocho días, cuando presentaría la dimisión y sería sustituido por Nicolás Salmerón Alonso. Las profundas divergencias entre los partidos republicanos, los conflictos abiertos en el sexenio y la imposibilidad de aplicar su ambicioso programa de reformas políticas, económicas y sociales, lo conduciría a la renuncia.

En tal fecha recordamos un monográfico dedicado a Pi y Margall en la Revista Historia y política: ideas, procesos y movimientos sociales (ISSN 1575-0361), 2001, número 6

Las dos repúblicas en España

LasdosrepublicasDe nuevo nos llegan noticias de una reciente publicación, resultado de un ciclo de conferencias celebrado en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, organizado por la Fundación Pablo Iglesias, bajo el título de “Las dos repúblicas en España” entre el 11 y el 28 de octubre del 2016.

La construcción del sistema político liberal bajo el reinado de Isabel II (1833-1868) y la edificación de un régimen que partió del turnismo y la democracia caciquil para llegar a una dictadura militar (1875-1931), convirtieron a la república en un mito político que, más allá de una forma de gobierno concreta, apelaba a ideales de justicia social, higiene política y participación democrática.

Ficha: http://www.fpabloiglesias.es/editorial/libros/39487_las-dos-republicas-espana

Sumario:

«Las dos experiencias republicanas en la historia de España: el largo camino hacia la democracia», pg. 7-16
Ana Martínez Rus y Raquel Sánchez García (Universidad Complutense de Madrid)

«El constitucionalismo del Sexenio Democrático: derechos y libertades en las constituciones de 1869 y 1873», 17-42
Eduardo Higueras Castañeda (Universidad de Castilla-La Mancha)

«Derechos y libertades en el constitucionalismo de la II República», pg. 43-78
Sebastián Martín Martín (Universidad de Sevilla)

«La Constitución deseada: la República federal entre Estado y Nación», pg. 79-120
Rubén Pérez Trujillano (Universidad de Sevilla)

«Cuestión territorial, autonomismo y federalismo en la Segunda República», pg. 121-150
Eduardo González Calleja (Universidad Carlos III de Madrid)

«Una aproximación al personal político de la Primera República española», pg. 151-168
Gregorio de la Fuente Monge (Universidad Complutense de Madrid)

«Algunas observaciones sobre el panorama político en los años treinta», pg. 169-192
Francisco Sánchez Pérez (Universidad Carlos III de Madrid)

«La Primera República. Violencia y conflicto social», pg. 193-214
Diego Caro Cancela (Universidad de Cádiz)

«La cuestión de la tierra, la intensificación del conflicto campesino y los orígenes agrarios de la Guerra Civil, 1931-1936», pg. 215-238
Francisco Cobo Romero (Universidad de Granada)

«La educación y la cultura (La I República)», pg. 239-258
Rafael Serrano García (Universidad de Valladolid)

«La educación en la Segunda República», pg. 259-280
Alejandro Tiana Ferrer (Universidad Nacional de Educación a Distancia)

«La Primera República y la Iglesia», pg. 281-302
Gregorio Alonso García (University of Leeds)

«Iglesia y República: ¿Conflicto o persecución religiosa?», pg. 303-340
Ángel Luis López Villaverde (Universidad de Castilla-La Mancha)